Nos encontramos ante una detallada descripción histórico-política del nacionalismo vasco en general, y de la izquierda independentista en particular, hasta la actual escena final de más de treinta años en la que los Estados ocupantes del territorio vasco no han ofrecido ni un solo momento de tregua a Euskal Herria.

Una gran mayoría de la sociedad vasca viene rechazando, desde hace más de cien años y de muchas maneras, el formato español y francés dominante que les impide concretar y construir su propia expresión nacional: territorio, lengua, leyes, cultura, historia, costumbres, vocación europeísta, voluntad política… La crisis no va a cerrarse con ilegalizaciones ni encarcelamientos. Nunca serán suficientes. Como tampoco lo fueron los crímenes de guerra, los asesinatos de la posguerra, la persecución permanente de los últimos cincuenta años, el Batallón o el GAL, las duras condenas judiciales, la dispersión de presos y exiliados, etcétera.

A día de hoy estamos a las puertas del final de un ciclo. Veinticinco años después del pacto constitucional, no cabe ninguna duda del fracaso de la reforma española para integrar al independentismo vasco, para domesticar sus reivindicaciones en el cauce impuesto por el Estado. Desde muchos puntos de vista estamos, en efecto, al final de un ciclo, y en vísperas de otro en el cual el derecho de autodeterminación se sitúa como pieza principal para la solución del conflicto con una aportación y un objetivo táctico concretado en una consulta popular que traiga la superación del conflicto en toda Euskal Herria.

Y la solución, una vez más, está en la gente, en el pueblo, en su consecuencia, en su capacidad de lucha y movilización colectiva.